Así, en 1910 contrataron al inglés Shepperd, que se marchó tan solo un mes y medio después, por lo que, a su juicio, era un «caos de jugadores». Además de la gran capacidad para recuperar balones en el medio sector, los distribuye limpiamente en gran porcentaje de las ocasiones, lo que le permite una salida limpia al equipo y cuando no ve el pase claro entonces toma la responsabilidad de irse al ataque en busca de la habilitación a sus compañeros en la delantera.