El primer teniente Zachary Hicks, que era el oficial de guardia, lo detuvo en el acto y creyó necesario condenar oportunamente aquel acto. Esto representó un golpe duro para la entidad, ya que en su afán de construir un estadio importante, había adelantado una cantidad importante de dinero para su construcción y la quiebra y el sobrecosto que supuso, pusieron la economía del club bajo mínimos.